Después de una remodelación o reforma en casa, es común encontrarse con un problema que pocos anticipan: las paredes están cubiertas de polvo, manchas de pintura, restos de yeso o salpicaduras de cemento. Aunque la obra esté terminada, el espacio no se siente realmente limpio hasta que las superficies vuelven a su estado original. En este artículo te explicamos paso a paso cómo limpiar las paredes después de una obra de forma segura y efectiva.
Antes de pensar en usar agua o productos de limpieza, lo primero es retirar todo el polvo suelto. Usa un trapo de microfibra seco, una escoba de cerdas suaves o un plumero largo para quitar la capa más superficial. 🧹 Trabaja de arriba hacia abajo, así evitarás ensuciar lo que ya limpiaste. Este paso es esencial para evitar que el polvo se convierta en barro si se humedece.
Una aspiradora con accesorio de cepillo suave puede ayudarte a eliminar el polvo fino que se adhiere a la pintura o al yeso. Esta técnica es ideal para superficies texturizadas o para evitar rayones. 🔌 También es útil si la obra dejó partículas abrasivas, como residuos de cemento o yeso lijado.
Mezcla agua tibia con unas gotas de detergente neutro (como jabón líquido para platos). 🫧 No utilices productos abrasivos como cloro, amoníaco o quitamanchas industriales, ya que pueden dañar la pintura o dejar marcas permanentes. Humedece un trapo limpio, escúrrelo bien y limpia con movimientos circulares, por secciones pequeñas. Siempre haz una prueba en una zona poco visible antes de aplicar en toda la pared.
💡 Consejo: limpia de abajo hacia arriba para evitar las antiestéticas marcas de goteo.
Con otro paño húmedo (solo con agua), elimina los restos de jabón. Luego pasa un trapo seco y suave para evitar que la humedad quede en la superficie. Este paso es fundamental si las paredes son porosas o si la pintura es mate, ya que podrían absorber humedad y mancharse.
A veces el polvo no es el único problema. Aquí algunos trucos para manchas específicas:
